domingo, 11 de noviembre de 2012

Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntamelo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia de Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco



Me considero un hombre con principios, buenos sentimientos y con excelentes valores morales y que tiene bien definido lo que quiere.
La educación que mi familia me ha dado es la mejor: respeto por las personas, amabilidad al pedir algo, no ambicionar las cosas ajenas (esto quizá suene a mandamiento pero no lo es), y sobre todo siempre me han dicho que debo de tratar bien a las mujeres porque de una vengo. Todos estos excelentes fundamentos son producto de dos mujeres maravillosas (mi tía y mi mamá), que sin su ayuda no sería el buen hombre que hoy me considero. Por lo dicho anteriormente, es por lo que no concibo la idea de tratar mal a las mujeres, pues merecen mi respeto y admiración.
Recuerdo perfecto cuando iba al bachillerato, sobretodo una relación que tuve en agosto del 2006. La conocí, ella se llama Ana Gabriela Casilda Maya, cuando la mire y vi su hermoso cabello y su tierna sonrisa, pensé que un ángel había caído del cielo, pues nunca había visto mujer más maravillosa en este mundo.
Me dispuse a hablarle, pero al estar frente a ella enmudecí, ya que los nervios me consumieron y no pude expresar palabra alguna y decreté intentarlo al día siguiente.
Para el segundo intento me mentalice, tome valor y fui a enfrentarla. Al estar frente a ella la salude y me correspondió el saludo con una sonrisa; es un momento que nunca voy a olvidar pues fue de los instantes más felices en toda mi vida. La invite a salir y acepto.
Al siguiente día la lleve al cine y la invite a cenar. En la cena no pude contenerme más y le confesé mi amor, ella quedo sorprendida (quizá porque no se esperaba mi acelerada propuesta) y me respondió que mejor nos conociéramos un poco mejor. Al borde de las lagrimas, por la decepción, conteste que sí.
 Pero esto no logro suspender mi empresa, pues estaba dispuesto a pasar por los mayores obstáculos y evadir cualquier problema que se me presentara.
Comencé por mandarle cartas, flores, chocolates y nada parecía convencerla del amor que yo sentía por ella. Decidí subir de nivel y le lleve una orquídea y coloque una manta enorme en la escuela que decía ¿quieres ser mi novia? Y ella acepto. Esto me hizo muy feliz.

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