domingo, 4 de noviembre de 2012

Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntamelo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia de Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco



El albor del ocaso
Me pregunto porque mi mamá le aguanto tantas humillaciones y malos tratos a mi padre; y también pienso en los motivos, por los que mi padre decidió destrozar la vida de tantas personas.
Las cicatrices que dejaron en mí la relación de mis padres, me hizo reflexionar en muchas cosas: si existe el amor verdadero, si algún día llegare a encontrar una mujer que llene todo mi mundo y de llegarme a casar ¿mi matrimonio será como el de mis padres? Los fantasmas de mi pasado aun están presentes en mi cabeza y eso me preocupa.
En mis relaciones siempre procuro dar lo mejor de mí y espero ser correspondido de la misma manera. Me gusta tratar bien a las mujeres, ser detallista, decirles cosas tiernas, entregarles todo mi corazón, aunque esto en ocasiones no es suficiente.
He descubierto, por desgracia, que a las mujeres ya no les gustan los detalles, lo romántico y la forma en cómo las cortejaban antes. Ahora solo les interesa el sexo y las cosas materiales.
Mis experiencias vividas son testigo fiel de lo que digo. En mi caminar por la vida he visto a mujeres muy guapas, hermosas, inteligentes, pero por desgracias siempre están acompañadas de hombres que no las merecen (y no me refiero a lo físico). Las veo y parece como si la inteligencia que tienen no les sirviera para nada: pues las maltratan, las humillan y no les dan el lugar que se merecen. Es como si la relación de mis padres se repitiera una y otra vez en mí andar.
Cuando se encuentran a tipos como yo, escasos por cierto, es como si les proyectaras una película de terror, les da pánico, y no saben qué hacer. Parece como si les agradaran más los malos tratos del resto de los hombres que los buenos momentos que les podemos ofrecer. Cuando pones frente a ellas la oportunidad de cambio, corren como despavoridas, porque están tan acostumbradas a lo común, y cuando algo distinto aparece las turba.
Lo que digo probablemente suene a reproches por parte de un hombre dolido y despechado, quizás si o tal vez no.
No pretendo hacer un debate acerca de este tema pero la realidad es que en el mundo hay mujeres y hombres que en ocasiones no merecen el cariño de nadie.

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